Son numerosos los desafíos que la educación dominicana tiene que abordar, si miramos el pobre desempeño de nuestro país en todas las mediciones internacionales.
El acceso universal a la educación básica es uno de los desafíos de primer orden, y uno de los compromisos asumidos de desarrollo humano en el año 2000 para ser alcanzados en el 2015 como país miembro de las Naciones Unidas. Hemos aumentado significativamente los niveles de acceso en los últimos años, pero sobreviven problemas muy importantes asociados a este tema de cobertura, que obedecen, por un lado, a la ineficiencia interna del sistema (altas tasas de repitencia, deserción y sobre edad) y por otro lado, a factores externos (pobreza crítica, trabajo infantil, sexualidad temprana y violencia).
Obviamente, con el tema calidad, tenemos un reto enorme. En el Informe de Competitividad Global 2012-2013, presentado por el Foro Económico Mundial donde participaron 144 países, República Dominicana tiene el puesto 143 en la calidad de educación básica; el puesto 142 en calidad de la enseñanza de la Matemática y la Ciencia; 137 en la calidad del sistema en general.
¡Definitivamente, tenemos que correr!
El gran desafío de mejorar la calidad del sistema es vasto y complejo; implica una variedad de elementos que debemos acoger con rapidez y de manera integral. Garantizar la competencia disciplinar y pedagógica de los docentes es una prioridad; los maestros tienen que leer y escribir bien, para enseñar a leer y a escribir bien a los niños, tienen que saber Matemática y Ciencia, para enseñar Matemática y Ciencia… Pero eso no basta, tienen que “saber enseñar” para que los niños aprendan. Ahora bien, ese maestro calificado que requiere una estructura de calidad solo ingresa al sistema y permanece, si tiene digna compensación salarial y otros incentivos laborales producto de un sistema bien planificado de evaluación de desempeño. Asimismo, otros elementos relevantes a considerar en esa carrera hacia la calidad, son: el currículo, norte de cualquier proceso educativo serio; el programa de nuevas instalaciones escolares, que producirá definitivamente el descongestionamiento de la infraestructura que necesitamos para trabajar el proceso educativo en planteles con mejores condiciones de enseñanza; el fortalecimiento de la gestión escolar y, no cabe duda, la mejora de la calidad del gasto en el sector educativo.
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